Reporta El País:
La mayor fabuladora de novelas románticas no tuvo una vida en rosa: dura y pragmática, se separó de su marido a los tres años de matrimonio y nunca rehízo su vida sentimental. Durante años, su esposo le siguió enviando cartas. Ella jamás las abrió. Al morir él, las quemó sin leerlas. "Yo nunca he dicho 'te amo", confesó años después.
Su vida amorosa, truncada a los tres años de matrimonio por una separación que ella impuso, fue la única trama argumental a la que nunca quiso ponerle un final feliz. Ni hubo reconciliación conyugal ni volvió a rehacer su vida sentimental con otro hombre. Las cartas que le escribiera su marido durante años tras la separación quedaron sin abrir y la escritora las quemó, el mismo día que enviudó, sin haberlas leído. Ya octogenaria, confesó: "Me olvidé de vivir.
El reportaje, AQUI
La mayor fabuladora de novelas románticas no tuvo una vida en rosa: dura y pragmática, se separó de su marido a los tres años de matrimonio y nunca rehízo su vida sentimental. Durante años, su esposo le siguió enviando cartas. Ella jamás las abrió. Al morir él, las quemó sin leerlas. "Yo nunca he dicho 'te amo", confesó años después.
Su vida amorosa, truncada a los tres años de matrimonio por una separación que ella impuso, fue la única trama argumental a la que nunca quiso ponerle un final feliz. Ni hubo reconciliación conyugal ni volvió a rehacer su vida sentimental con otro hombre. Las cartas que le escribiera su marido durante años tras la separación quedaron sin abrir y la escritora las quemó, el mismo día que enviudó, sin haberlas leído. Ya octogenaria, confesó: "Me olvidé de vivir.
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