domingo, 3 de mayo de 2009

Una teibolera atrapada en la influenza


Relata Reforma la experiencia de una teibolera en medio de la epidemia de influenza:

La pregunta de una mujer que vive de la noche obliga a la reflexión: "¿Quién se acuerda de las que vivimos de los besos y las caricias?".
Gina es bailarina y tiene año y medio dedicada al espectáculo del table dance en una discoteca de la Delegación Cuauhtémoc.
Para ella, las pérdidas en el salario que dejó la suspensión de actividades en el negocio del placer, son algo que comparte con cualquier trabajador.
Pero de inmediato llama la atención y hace una pausa para preguntar"¿Quién ha dicho qué tenemos que hacer los que vivimos de dar besos? Por todas partes te dicen que no saludes ni de mano ni de beso, pero de eso vivimos, de los besos y caricias, de estar con el cliente, compartir una copa y a veces ellos pueden venir enfermos, después en los privados, pues te quieren besar así y te las tienes que ingeniar para hacerlos sentir bien; ¿pero ahora cómo le vamos a hacer?", cuestiona.
A sus 25 años de edad, la escultural bailarina que gusta de "la balada para el desnudo" de Francisco Céspedes, la noticia de una epidemia de influenza en la ciudad la agarró por sorpresa.
"El viernes todavía trabajé normal, sí me dio un poco de miedo porque hubo algunos clientes que estaban enfermos y el sábado me dio algo de gripa, pero como tengo sinusitis, ahora si que mi médico de cabecera me revisó y rápido me alivié"; dice.
"Nosotras vivimos de las comisiones de copas y boletos que se venden todas las noches, no tenemos salario. Esta semana, pues me paraba temprano, iba al gimnasio para hacer mis rutinas y me encerré con mi pareja a esperar qué decían las noticias", dice.

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